martes, 20 de diciembre de 2011

Lo que aprendí

Aprendí a sonreír
incluso cuando no quiero.
Aprendí que la semana
tiene siete días,
aunque yo trabaje nueve.
Aprendí a sobrevivir
 el domingo por la noche
para llegar al viernes de tarde.
Aprendí los trucos del truco
sin saber jugarlo.
Aprendí que una malformación
no es siempre fealdad.
Aprendí a no celarte
porque no tiene sentido:
de todos modos te irás.
Aprendí que el sur
es tan hermoso como el norte,
aunque mi corazón esté en el centro.
Aprendí que no hace falta matar
para eliminar a alguien
y que el dolor de la traición
puede convivir conmigo
aunque hagamos de cuenta que no está.
Aprendí que puedo soportar
hasta lo insoportable
por menos de lo que vale.
Incluso aprendí que traición
tiene ocho letras
que no pesan tanto
como las seis de perdón.
Aprendí que el desarraigo
no es siempre malo,
aunque sí es doloroso.
 Aprendí a soñarte
para no sentirme tan sola
y a saber que estás cerca
para intentar ser feliz.
Aprendí a conformarme
con tu mirada insinuante
cuando lo que anhelo es tu caricia.
Y aprendí que todo lo puedo
porque tengo Esperanza.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Besos de traición

Recuerdo que esa noche no podía dormir. Era como un mal presentimiento que no me dejaba en paz. Era temprano como para acostarme, así que ví televisión hasta tarde, esperando que llegara. Pero cuando lo ví, sabía que algo andaba mal.
A veces demoraba en llegar. Pero quién podía siquiera soñar que haría algo como eso. No. Es increíble. Todavía lo pienso y no lo puede creer. Tal vez una parte de mí espera que no haya pasado. Pero pasó.
Siempre confié en él. Como no hacerlo, si nos conocíamos tanto... pensaba en la mayoría de los asuntos igual a mí. Era realmente mi otro yo, así que confiaba en él ciegamente. Tanto que no me dí cuenta de lo que todos veían. “No hay peor ciego que aquel que no quiere ver”, dicen. Y tienen razón.
            El cerebro me hervía. No podía dejar de pensar que me había traicionado. Pero yo también sospechaba quién era ella. También lo presentía. Quiso ser mi amiga. Era evidente que le pesaba estar con mi marido. Me regalaba cosas. Parecía siempre estar pendiente de mí. Eso me hizo sospechar de ella. Podríamos decir que se delató a sí misma. Ella me dio la punta del ovillo. Yo solo debí desenrollarlo.


Casi no podían creer. Estaban frente a frente, como no lo hacían desde hacía años. Habían planeado este encuentro. Pero los dos temieron que nunca pasaría.
            Se conocían desde hacía  mucho tiempo, aunque estuvieron años distanciados. La charla en un café era algo pendiente para los dos. Pero sobre todo para Raquel. Sentía que no podía vivir tranquila hasta no aclarar algunas cosas con Germán. Sobre todo, de cuando estuvieron juntos...

*

Germán sacó las manos por la ventanilla para apaciguar el calor. El viaje era largo, pero estaba feliz. Él y Raquel juntaron, con mucho esfuerzo, el dinero necesario para conocer la costa uruguaya.
Era pleno mes de enero de 1997. Con 25 años cada uno y mucho amor, se fugaron del calor tucumano para instalarse, semana y media, en distintas playas del Uruguay. Hacía pocos meses que era pareja.
            Germán fue  siempre suelto y más decidido que Raquel. Era un buscador de aventuras y desafíos. Y eso era precisamente lo que a ella le gustaba. Lo admiraba. En algunos aspectos, quería ser como él.
            Salieron de Argentina por Colón, Entre Ríos. Cruzaron el río Uruguay hasta Paysandú. Allí se dieron cuenta de que no habían llevado una cámara fotográfica. ¡Hacer semejante viaje y no tomar una foto de recuerdo sería una picardía!, pensaron. Además, nadie les iba a creer que así de pelagatos como eran, llegaron a pasar unas vacaciones en Uruguay. Así que Raquel compró una buena cámara.
            Bordearon Uruguay hasta Colonia del Sacramento. Les encantó el lugar y se quedaron un día paseando. Continuaron hasta Montevideo y visitaron los lugares turísticos de la ciudad. Entre ellos y como eran dos fanáticos del fútbol, el Estadio Centenario, “Monumento del Fútbol Mundial” como decía el cartel. Admiraron los murales sobre una de las enormes paredes y allí se fotografiaron. También conocieron el Estadio Charrúa, el monumento a Artigas, el centro de Montevideo, la Costanera y la Avenida Argentina (que les pareció preciosa), el Cerro que domina la ciudad y su antigua Fortaleza. Germán fotografió a Raquel  sentada en uno de los cañones y con el Río de la Plata de fondo. Se quedaron cuatro días y la ciudad les fascinó.
            Siguieron su camino por la costa y llegaron a Piriápolis. Dejaron sus cosas por allí y, literalmente, corrieron desde la ruta costanera donde los dejó el colectivo en el que viajaban hasta tocar el agua del mar. Ese día era de mucho viento y el mar estaba picado. Pero la desesperación de llegar al agua pudo más.
            Se quitaban la ropa mientras corrían por la playa, que estaba poco habitada. Se internaron en el mar y la fuerza de las olas los hacía volver a la playa. Así que jugando con las olas pasaron toda la tarde. Luego siguieron por la ruta hasta Punta del Este.
            En Punta del Este se sintieron más pobres de lo que alguna vez podrían sentirse. Pasaron sólo unas horas recorriendo el lugar y  mirando todo lo que no comprarían. Conocieron Playa Brava, que no estaba tan brava como decían, por lo menos ese día. Se sacaron algunas fotos en la “mano que emerge” en la playa y ese fue todo su paseo por Punta del Este. No les gustó demasiado, quizá por no pertenecer a la farándula argentina. Así que decidieron seguir su viaje.
            Les habían hablado de un lugar muy bonito y tranquilo donde podrían acampar sin problemas: Blancarena. Como les quedaban tres días de vacaciones, la decisión fue fácil.
            El camping estaba bien equipado para dos mochileros como ellos: había lugar para carpas, asadores, baños, cabañas y un salón con mesa de ping- pon incluída.
            Se armaron varios partidos con otros visitantes. Juan, el cuidador del camping vivía allí. Practicaba tenis de mesa todo el día. A pesar de todo, Germán festejó ganarle un partido muy duro. Definitivamente, Blancarena fue una idea perfecta.

*

No puede decirse que la charla fue tensa, a pesar del tiempo y las cosas que pasaron entre ellos. Raquel prendió el enésimo cigarrillo de la tarde. Germán se sorprendió. No le conocía ese hábito. Cuando estaban juntos no fumaba. Más bien tenía aversión al humo.
Se dio cuenta de que, los mails casi semanales que se enviaban desde hacía un año no decían muchas cosas que pasaban en las vidas de ellos y que, en realidad, eran importantes. La fría y dura pantalla del monitor de la computadora... la que tantas veces fue testigo de lo que quería ser una charla y sólo llegaba a chat,  la que siempre dejaba sabor a poco fue el único nexo entre ellos…
La charla se extendió. Se citaron para dilucidar lo que pasó entre ellos y cómo una historia tan fuerte se diluyó.
            Pero los dos tenían claro que quizá no era fácil analizar las cosas; lo que era cierto era que las cosas no podían revertirse. Ahora Raquel estaba casada. Y la infidelidad fue un tema que no se plantearon para ellos, aunque lo mencionaron en la conversación.
Había pasado mucho tiempo y la vida se encargó de enseñarle cosas importantes. Ya no eran los mismos, eso estaba claro.
La charla transcurrió plácidamente y sin mirar el reloj. Ambos estaban cómodos. No había el más mínimo sentimiento de rencor. Sólo mucho, mucho cariño.
Y los recuerdos (¡tantos recuerdos!) de lo que fue su historia eran un tesoro para compartir entre ellos.

Infidelidad. De pronto sonó la palabra y Germán se agarró la cabeza.
-          ¿Cómo es posible? ¡Después de todo lo que hinchó! ¿Cómo pudo hacerte esto?
Ella le contó como al pasar, y él no podía creer que Arnaldo fuera sorprendido por Raquel en su habitación con otra. Y todo esto cuando hacía poco tiempo que se habían casado.
-  No se puede creer..., era todo lo que podía balbucear Germán ante el relato de Raquel.
Cuando terminó con los detalles sonó la pregunta del millón:
-          ¿Cómo podés seguir con él? ¿Cómo lo aguantaste éstos años? ¿Por qué seguís casada?
Raquel se quedó callada. Eran preguntas que la hacían tambalear. Ella misma se lo preguntaba cada noche, cuando miraba a Arnaldo durmiendo a su lado.
Era el mismo hombre que le había prometido fidelidad y amor eternos y que luego le decía obscenidades en voz baja a una cuarentona con cuerpo de adolescente en la cama matrimonial.
Pasó muchas (demasiadas) noches pensando aquello. Pero él parecía arrepentido. Juraba que fue sólo una vez, aunque Raquel nunca se lo creyó.
Germán se despidió con un abrazo y sin saber cuándo volverían a verse. Raquel caminó mucho esa noche. Le costó decidirse a volver a su casa.

*

El tiempo pasaba y las cosas iban de mal en peor. Raquel quería dejar a Arnaldo, pero él hacía todo por complacerla. Se desvivía por ella y eso la molestaba.
Ella sabía que ya no podía estar con él. No lo soportaba. Lo veía llegar a su casa y quería escapar, no verlo. Las cosas nunca, jamás volverían a ser como antes.
           Pero Arnaldo ponía su mejor cara de santo para pedirle un beso y como otras veces, no tuvo fuerzas para dejarlo a pesar del desprecio que sentía por él. Entonces cerraba los ojos y lo besaba.











lunes, 21 de noviembre de 2011

CORAZONES TRANSPASADOS

Te estás alejando
y yo no digo nada.
Te vas, de a poco,
consciente del dolor
que nos provocaremos.
No soy lo que buscabas
y tal vez, seas lo que necesito.
Con la boca llena de amargura
te dije adiós
y te vi, con los ojos tristes,
partir de mí.

El oleaje gris de los recuerdos
cubre mis pensamientos
y hoy veo tu cara,
que besé tantas veces,
pero que está lejos de mi corazón.
Dicen que todo pasa en la vida:
yo pasé por tus brazos,
vos pasaste por mis labios
y los dos transpasamos nuestros corazones.

viernes, 14 de octubre de 2011

Retrato de Tesoro

Tuvo el cabello largo y lleno de bucles de diferentes colores, aunque siempre predominó el rubio. Ahora, su cabello es muy corto y blanco. Lo usa así porque se siente más cómoda.
Tiene los ojos marrones, igual que yo. Su mirada siempre fue firme y, a veces, era marcial. En esos momentos me inspiraba mucho temor.
Su voz es como su mirada y los años no suavizaron los tonos con los que habla cuando se enoja. Nunca tuvo problemas en manifestar su malestar. La vi pelearse y discutir con mucha gente a lo largo de mi vida. Quizá por eso decidí tratar de ser amable en mi trato con los demás.
La firmeza de su voz y su mirada trasunta su carácter. No siempre resultó fácil estar cerca.
Y, sin embargo, es mi madre. Me cuidó, me educó. Me enseñó a valerme sola. A pesar de nuestras diferencias, a veces abismales, somos amigas y nos entendemos. Soy lo que me enseñó cuando quiso y cuando no quiso también.
Mis decisiones no siempre le gustaron, pero las respetó. Me dejó disfrutar y también golpearme.
Heredé su amor al trabajo y a la superación. En su afán de aprender, cuando los hijos eran grandes, estudió lo que le gustaba: pintura y dibujo. Y, además, estudió quechua.
Hoy, las fuerzas de antes no la acompañan, pero eso no merma sus ganas de hacer cosas y su laboriosidad. En algunos momentos de realismo y comparación, tengo que darle ánimo y mencionarle buenas razones para seguir adelante.
Con ella, mi tarea principal es recordarle lo que hizo y mostrarle los buenos frutos, para que esté tranquila.
Tranquilidad: eso es lo que ella necesita ahora. Es lo que yo siempre, agradecida, quisiera darle.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Te cambio…

Te cambio tus noches melancólicas
por mis mañanas luminosas.
Te cambio tus incógnitas
por mis certezas.
Te cambio tu estabilidad
por la inconsciencia de mis palabras.
Te cambio tu mirada segura
por el caos de mis risas.
Te cambio el pretérito imperfecto
por mi futuro incierto.
Te cambio “siete crisantemos en el cementerio”
por “yo, mi, me, contigo”.
Te cambio tu dolor latente
por mi esperanza infinita.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Con dolor


Desgraciado el abandonador.
Maldito el tirano.
Planea torcer el bien,
mutila la bondad
de los corazones.

Duele ver tanto dolor
poniendo ardor
en las heridas provocadas.
Queman los ojos
que ven la podredumbre
de las almas.

¡Quiero sentir tu abrazo
en medio de la desazón!
¡Quiero sentir amor en mí!
¡Quiero ver esperanza!

sábado, 3 de septiembre de 2011

POESÍA FRUSTADA

Yo quería ser poeta
pero no sé contar las sílabas.
Nunca aprendí
a cazar las rimas
y siempre se escapan.
Yo quería ser poeta,
pero la métrica me lo negó
y la cadencia se burló de mí.


Por eso,
escribo con desparpajo,
libre y testarudamente.
Ahora,
no me preocupan
la rima, la métrica y la cadencia.
Solo me importan
el papel y la tinta.

domingo, 21 de agosto de 2011

Vilma

             Llegó un día, después de una tormenta grande. Nadie sabe cómo, pero ahí estaba. Pasó y estaba echada más acá del portón.
            Su color es como el maíz. Su cola es un arco rígido. Aunque era cachorra, se veía que sería grande. Y lo es.
            No faltó la protesta de mamá acerca de que crecería y ya no sería ni tan juguetona ni tan amigable como ahora.
La perra hizo que t
odos le tomáramos cariño. Todos excepto mamá. Ella siempre vé las cosas por el lado práctico. Y no era práctico tener una perra grande cuando en casa viven más de veinte gatos.
Mamá dijo “o la perra o los gatos”
¡Claro! Todos amamos a nuestros gatos. Pero ¿qué hacer con la cachorra?
No había otra solución. Los gatos dormirían en el cobertizo del fondo. La perra tendría su cucha en el patio del frente.
Ya habíamos decidido adoptarla. Aunque sería mejor decir que ella nos adoptó a nosotros. Ahora enfrentábamos otra situación: ¿cómo la llamaríamos?
Pensamos muchos nombres. Es más, había un nombre por cada integrante de la familia. Finalmente, decidimos llamarla como lo hacía mamá. Su nombre sería Vilma.
Nuestra nueva mascota nos saludaba todos los días al regresar a casa, con un ladrido agudo y moviendo con fuerza su cola (y también la parte posterior de su menudo cuerpo). Otras veces, su saludo consistía en aparecer de repente y poner sus gruesas patas en mí... con lo cual, no solo dejaba sus huellas dactilares en mi ropa sino también un leve dolorcito en la boca del estómago.
Nadie tenía idea de qué raza era Vilma. Nunca nos lo habíamos preguntado. Pero un día, viendo un documental sobre perros salvajes de Australia, me pareció reconocer lo que creí un pariente lejano de nuestra perra.
Llamé a mi mamá, y presté toda mi atención a la televisión. Allí descubrimos que Vilma es una dingo, o por lo menos, una descendiente. (Vaya uno a saber cómo una dingo pudo llegar a Tucumán, y, específicamente, a mi casa). Descubrimos que esta variedad de perros, que no es una raza, vive cerca, pero no con la gente y es muy guardiana, sobre todo de sus cachorros.
Esto explica por qué, cuando las gatas de casa tienen cría, Vilma se acerca a verlos y al primer descuido de mamá gata, saca algún gatito alzándolo en su hocico y lo traslada a su cucha para cuidarlo allí.
Pero a quien mas quiere nuestra dingo es a papá. Para jugar, le golpeamos unpoquito la espalda. Entonces él grita y Vilma acude a defenderlo.
Al final, es una integrante más de nuestra familia. La queremos mucho. Evidentemente nos quiere a todos.
Estoy segura de que hoy, al regresar del trabajo a mi casa, Vilma me recibirá con su ladrido acostumbrado y meneando la cola. Espero que el saludo no sea sus patas sobre mí, porque llovió toda la mañana y abunda el barro.

miércoles, 27 de julio de 2011

CAMARADAS

Cae una lágrima,
 mi corazón llora
al pensar en dejarlos.
Pero la vida continúa
 y yo soy vida también,
 y sigo en el camino.
Lloro ante la incertidumbre
 que me da el mañana.
Siento un vacío
 en mi interior.
Quisiera que nunca acabara,
 pero eso es imposible.
Todo lo bueno
tiene un final.
Y aunque me duela,
 y sepa que voy a llorar,
 no tengo más que
agradecerles a
mis compañeros,
 los que me acompañaron
 éstos años, mis amigos
 y decirles que
 los quiero mucho
 y que, también los voy a extrañar.
Cada uno seguirá
 su propio camino,
el que la vida le delineó.
Cada uno se aferrará
 a su destino.


(Escrito el 29 de septiembre de 1989, cuando iba cayendo en la cuenta de que estaba terminando el Colegio Secundario. Y con mucho cariño a los compañeros de esos gloriosos años con quienes nos vamos reencontrando de a poco).


Lo que queda



Tantas cosas quedan pendientes.
Tanto me queda por hacer,
y tanto quiero hacer.
Ver amaneceres de oro
en la gloria del amor.
Mirar a la traición a la cara
y decirle: “¡Basta!”
Alegrar mis mañanas
y permitirte compartirlas conmigo.
Abrazarte y escuchar tu voz
susurrándome tu amor.
Quedarme en esa isla desierta, 
donde no exista nadie más que nosotros dos.
Perder la noción del tiempo
y vagar por el espacio infinito del amor.

jueves, 14 de julio de 2011

Metamorfosis

El mundo sabrá de mí.
Sé que un día sucederá.
Dejaré de ser una dama oscura,
para ser una mujer.
Será mi metamorfosis.
Renovaré todo en mí.
Habrá un antes y un después.
Cambiaré el rutinario y triste invierno
por la ágil y fresca primavera.
Dejaré de ser una anciana en un cuerpo joven.
¡Seré joven!
Ya no sufriré en la oscuridad
de mi lúgubre rincón.
Abriré las ventanas,
entrará el sol.
Pondré flores,
pintaré cuadros...
Seré feliz.

viernes, 8 de julio de 2011

La cima del beso

En la cima del beso
encuentro tu pasión.
Tus labios suaves...
tus ojos secretos...
tu lengua áspera, de fuego...
tu barba crecida, masculina...
todo lo tuyo,
todo en el beso.
En la cima del beso,
en la cumbre del amor,
me hace sentir el corazón gigante
y el cerebro pequeño.
En la cima del beso
con promesa de amor.

sábado, 18 de junio de 2011

Vicky


Era mi amiga, por eso vivíamos juntas. Su rebeldía no dejaba que nadie se impusiera a sus ganas de hacer cosas. Si para mí era hora de dormir, para ella era hora de salir con ese negro que tenía por novio, que no tenía la decencia de entrar a buscarla y que la llamaba a gritos desde la vereda. Y yo, ¿qué podía decir? Ella era libre y hacía lo que le parecía.
Se llamaba Victoria, pero le decíamos Vicky. Comía conmigo en mi mesa y, a veces, tomaba agua de mi vaso.
Vivíamos solas. Yo trabajaba y ella cuidaba la casa durante el día, porque de noche yo quedaba sola. Vicky volvía como a las seis de la mañana, casi siempre cuando ya era hora de levantarme para ir a trabajar. Nunca le pregunté, pero me parece que dormía hasta tarde cuando yo no estaba.
Supongo que le gustaba vivir conmigo porque yo la admiraba. Vicky era totalmente libre, tan libre como yo quería ser alguna vez.
Nunca me lo dijo, pero yo sé que me quería. Vicky era mi gata, pero más que eso, era mi amiga. Y yo no había preparado mi corazón para su partida.

martes, 14 de junio de 2011

Demasiado amor

Amarte tanto parece mi condena.
 Y esta noche, fría,
oscura para nuestras almas,
siento que te pierdo para siempre.
Te vas dejándome sola...
es un absurdo real.
Nos amamos
pero nos separamos.
¿Puede tanto amor destruirnos?
La noche parece demostrarme que sí.
 Demasiado amor
no nos hace bien.
Estoy condenada a sufrir
por tu amor.
Y por el mío.
Te  necesito conmigo.
Si te vas,
ya no podré seguir.
Sin tu compañía
nada tiene sentido.
Todo es insulso.
La vida pierde su encanto.
El corazón me duele enormemente
 pero ya no estás aquí.

miércoles, 1 de junio de 2011

Tatuajes en el alma

Soy lo que pude ser
más allá del dolor y la alegría,
de la paz y la confusión,
de lo que me inculcaron a pesar de mis genes.

Llevo marcas indelebles en el corazón,
tatuajes en el alma,
que marcan el derrotero
de cada día.

Soy mi mejor versión
con las herramientas que conseguí.
Soy lo más aceptable que pude.
Y lo único que quiero,
lo único que anhelo,
es que me aceptes
y te quedes conmigo
a pesar de mí.

VOS

Era el 11 de noviembre de 1989. Estaba muy enamorada de cierto joven alto y morocho, vago y simpático, cuyo nombre resguardo. Se acababa el Colegio Secundario y la nostalgia era el oxígeno que respiré cada día... durante mucho tiempo. De esa época, son estos versos. Disfruten de las primeras letras enamoradas de una adolescente.

VOS

La noche es clara,
 una fresca brisa me acaricia.
La luna esconde su rostro
 detrás de las tupidas nubes.
Y yo estoy pensando en vos.
Sí, en vos que me quitás
el sueño y la vida.
En vos que sos tan simple
y tan complicado.
En vos, que con tus ojazos
 iluminás mi senda.
Si no estás
 no soy nadie, no vivo.
Acércate, abrazáme fuerte.
Decíme que me querés,
que me amás,
 y, por favor,
nunca me abandones.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Tu Carita de angel que no veré


Tal vez puedas verme,
la piel rosada, soy robusta...
Pero mi alma está famélica.
Se perdió mi fruto,
 mi sueño, mi niño...
El anhelo de mi corazón.
¡Tan poco tiempo lo tuve
y se fue tan rápido!
Era mío, pero ni siquiera
 pude ver su carita de ángel.
¿Y mis planes para él?
¿Y mis sueños de sentirlo
crecer en mi vientre?
¿Y mis brazos para protegerlo?
¿Qué hago si ya no está?
Ya sin él, estoy vacía,
 tan vacía...
Te fuiste, mi bebé,
en una nube blanca.
Y ahora lloro
 tu muerte antes de nacer.

lunes, 16 de mayo de 2011

Yo sé lo que se siente


Yo también sé
lo que es no poder abrazar al ser amado,
o dormir abrazando
una fría almohada
en las noches azules y eternas.
Yo sé lo que se siente
no sentir ni el beso,
ni el abrazo,
ni el amor.
Aunque parece estar allí,
al lado,
al alcance de la mano,
no es para mí.
No soy dueña
de esa felicidad.
Como a vos,
me pasan esas cosas.
Yo sé que tan doloroso es.
Yo sé lo que se siente.

jueves, 5 de mayo de 2011

QUISIERA PODER GRITAR

Quisiera poder gritar tu nombre al viento
y decirle que eres solo mío.
Quisiera poder gritar al mundo entero
que tus dulces palabras alivian mi corazón destrozado.
Quisiera poder gritar que te quiero
 pero, claro, me falta valor,
 y esta inconstancia mía, inaudita,
 me enreda el alma,
y mis sentimientos se desvanecen
en una bruma de terrible tristeza
 que inunda mis ojos.
¿Es que acaso no lo sabes?

martes, 3 de mayo de 2011

SONETO DE LLUVIA

Llueve afuera.
Desde mi ventana veo
las casas dormidas.
Siento voces en la calle,
alguien pasa corriendo.
La noche está serena.
La lluvia me inunda
el alma de felicidad.
Felicidad extraña, la mía.
Salgo y un cristal líquido
besa mi rostro pensativo.
Las noches lluviosas
 me inspiran poesías
No tengo sueño.
Mi mente es más clara.
Una fresca brisa
acaricia mi cuerpo empapado.
Me siento feliz,
aunque sola.
Una persona ahora,
a mi lado,
completaría esta dicha momentánea.

martes, 26 de abril de 2011

UNA VEZ TUVE UN AMOR

 


Una vez tuve un amor
que me amaba por completo.
Mi amor contaba las horas
para volver a abrazarme y besarme.
Mi amor decía que me amaría por siempre
y yo le creí.

Ahora sé que prometió
lo que no supo cómo cumplir.
Mi amor no está conmigo.
En la casa sola,
noto su ausencia.
Lágrimas de sangre
ruedan en mi interior
cuando la noche cansada
me envuelve
y me susurra al oído:
“estás sola otra vez”.

miércoles, 20 de abril de 2011

OTOÑO DE PUNTA ALTA

Sentir el sol tibio
mientras me acurruco en mi camita.
Oír los pasos de mamá
 que viene a despertarme.
Hacerme la dormida
 sólo para que ella me despierte
 con un besito.
Decirlo que no quiero
 levantarme todavía
 para que me haga cosquillas.
Amada infancia,
 añorada inocencia.
Otoño de Punta Alta.
Y al mediodía,
 mamá cocinando
 y enseñándome a escribir
 mi nombre,
mientras esperamos a papá.
¡Cuánta dulzura!
¡Cuánto amor!
 Amada infancia,
añorada inocencia.
Otoño de mi Punta Alta.