Yo quería ser poeta
pero no sé contar las sílabas.
Nunca aprendí
a cazar las rimas
y siempre se escapan.
Yo quería ser poeta,
pero la métrica me lo negó
y la cadencia se burló de mí.
Por eso,
escribo con desparpajo,
libre y testarudamente.
Ahora,
no me preocupan
la rima, la métrica y la cadencia.
Solo me importan
el papel y la tinta.
Es paradójico que esté tan buena una poesía frustrada... je.
ResponderEliminarParadójica... como la dueña!
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