martes, 26 de abril de 2011

UNA VEZ TUVE UN AMOR

 


Una vez tuve un amor
que me amaba por completo.
Mi amor contaba las horas
para volver a abrazarme y besarme.
Mi amor decía que me amaría por siempre
y yo le creí.

Ahora sé que prometió
lo que no supo cómo cumplir.
Mi amor no está conmigo.
En la casa sola,
noto su ausencia.
Lágrimas de sangre
ruedan en mi interior
cuando la noche cansada
me envuelve
y me susurra al oído:
“estás sola otra vez”.

miércoles, 20 de abril de 2011

OTOÑO DE PUNTA ALTA

Sentir el sol tibio
mientras me acurruco en mi camita.
Oír los pasos de mamá
 que viene a despertarme.
Hacerme la dormida
 sólo para que ella me despierte
 con un besito.
Decirlo que no quiero
 levantarme todavía
 para que me haga cosquillas.
Amada infancia,
 añorada inocencia.
Otoño de Punta Alta.
Y al mediodía,
 mamá cocinando
 y enseñándome a escribir
 mi nombre,
mientras esperamos a papá.
¡Cuánta dulzura!
¡Cuánto amor!
 Amada infancia,
añorada inocencia.
Otoño de mi Punta Alta.

jueves, 14 de abril de 2011

El mar de Alfonsina

Te ví, tumba de mis penas
y alivio de mis sufrimientos.
Cautivaste mis ojos empañados de dolor.
Te sentí, golpeando mi soledad
 y mojando el ruedo de mi hastío.
Me interné en tus entrañas azules.
Me perdí para siempre en tu fría oscuridad.

miércoles, 13 de abril de 2011

El Quijote

Dichoso el loco
que tiene el valor de negar
lo cruel de la realidad que duele;
que se atreve a ver todo distinto  del resto;
que puede tapar las penas
con sus propios pensamientos
 y puede alegar locura
en un mundo que no está cuerdo.

martes, 12 de abril de 2011

A mi Abuela Rosario

La estoy viendo, Abuela Rosario,
amasando el pan de la felicidad de mi infancia.
En un horno de barro,
calentado por las manos de algún tío disconforme,
se cocerán las harinas
que en sus manos se transformaron
en signo de mis domingos en su casa.


La taza de mate cocido
para tantos nietos,
que prepara con el amor de más que madre,
la recibo mientras miro esos ojos bellos,
tan tiernos que no recuerdo otros más buenos.
¡Cómo la extraño, Abuela Rosario!

La estoy viendo, Abuela Rosario,
cebando el mate de la paz
que recibirán las manos agradecidas
de hijos y nietos crecidos a la sombra de la tradición.
Nunca beberé nuevamente sus mates,
con todos los yuyos que no me gustan
pero que tomo igual,
porque jamás despreciaría lo que sus manos me dieran.
Cómo la extraño, Abuela Rosario!

Su figura se acrecienta
en los recuerdos que son de mi propiedad.
¡Cómo no admirarla!
Si fue la mujer con más fuerza que conocí.
¡Cómo la extraño, Abuela Rosario!

lunes, 11 de abril de 2011

Cuento: El chico de la parada

Es la hora en que salimos del Colegio, como a las seis y media de la tarde. Siempre espero el cole en la Iglesia San Roque, en Avellaneda y Santiago.
Casi siempre están los mismos chicos varias escuelas. Yo sé sus nombres aunque nunca les hablé. Es que entre ellos son muy risueños: hacen chistes y se nombran a cada rato.
Yo los ignoro completamente. No porque sea mejor que ellos, o algo así. Sólo es que tengo mucha vergüenza…
En mi interior quiero reírme con ellos y contarles que estoy en 3º Comercial del Colegio San Carlos… Pero no me sale más que ésta cara de indiferencia.
Quiero hacer amigos pero hago de cuenta que no existen. Mi ceño fruncido asusta a cualquiera.
Entonces lo miro, con su uniforme tan limpio, tan planchado, y él tan despeinado. Los otros chicos no son así. Pero es la única diferencia entre ellos. Es como los otros: simpático, risueño, atractivo…
¡Ay! ¡Lo dije! Es que Pedro me gusta. Es tan lindo…. Pero todo lo que sé es su nombre y que va al Guido Spano. Aunque también sé que vive cerca de casa porque nos bajamos en la misma parada.
No es que sea hermoso. Pero tiene esa simpleza que me gusta: ojos marrones, cabello oscuro y piel trigueña. Es tan alto como yo, aunque ahora no significa mucho. Seguro todavía va a  crecer un poco más.
¡Uy! ¡Parece que se acerca a mí! No. Que no me diga nada. Que no me pregunte nada. Todo me da vergüenza.
Yo no soy linda, ni alta, ni nada… Mi cuerpo en desarrollo es un espanto y no me gusta lo que me está pasando. Todo es tan desparejo.
Ojalá me pareciera a las de las revistas. Pero estoy muy lejos de parecerme un poco. Mi mamá dice que soy una morocha linda. Pero es mi mamá. No alcanza y es la única que me elogia. Definidamente, no alcanza.
¡Se sigue acercando y parece que me va a hablar! El corazón me late a mil y seguro que ya estoy colorada.
Entonces dice: “¡Hola!”. Tomo aire como puedo. Estoy a punto de contestarle cuando él mira a la chica que está al lado y la saluda con un beso.

miércoles, 6 de abril de 2011

Lo que necesito

Me envuelven. Me rodean.
Las amo. Me cautivan.
Construyen, dibujan,
viajan, vuelan…
Ellas me emocionan,
me sacuden,
me erizan,
me embriagan.
Las necesito en mi vida.
Las necesito en mí.
Con ellas quiero describir
lo que siento cuando te pienso
y añoro.
Quiero describir mis paisajes,
con sus sensaciones y colores.
Quiero que veas y sientas
lo que veo y siento.
Tal vez logre que me entiendas
y que me ames.

domingo, 3 de abril de 2011

Mi mala educación

Soy una mal educada, pero no tanto como quisiera.
Soy una mal educada a pesar de mis padres.
Tengo buenos modales cuando quisiera insultar,
y tengo palabras tranquilizadoras cuando quisiera patear.
Mientras me hablan, planeo la trompada en el rostro.

Soy una perfecta mal educada.
Hablo con voz dulce y quiero decirte que no te soporto.
Me enseñaron a ser amable a pesar de las circunstancias.
Pongo cara de as de pócker cuando alguien me trata mal.
La bronca y el dolor solo están dentro de mí.
Nunca los verán.
Soy conciliadora aún con mi propia desazón e impotencia.
Por eso soy mal educada.
No soy auténtica.
Soy una artista de la conciliación.

Lo peor de mi buena mala educación
es que cada vez la puedo disimular menos.
Llegará el día en que diga exactamente lo que pienso
como lo pienso y de quien lo pienso.
Llegará el día en que no tenga que fingir
la sonrisa para ser una persona sociable.

sábado, 2 de abril de 2011

Acerca de los padres (y del mío)

Cuando somos pequeños, observamos a ese señor al que llamamos PAPÁ con mucha admiración. El es quien nos da la primera idea de cómo es Dios. Nos cuida, nos provee alimento, ve que salgamos abrigados en esas mañanas frías, cuando a pesar de todo hay que ir a la escuela; nos da el beso de las buenas noches aunque estemos dormidos ya, vencidos por el cansancio infantil.
El es quien nos reta, y cuando la cosa es más grave, hasta nos dá un tirón de orejas. No porque quiera, sino porque sabe que ése BROTE que tiene a su cuidado, se está desviando y necesita una guía urgente.
Dice el versículo bíblico: “porque Dios al que ama castiga.”  Y papá también. Ama a ese retoño, espejo suyo en miniatura y trata de hacer lo mejor por él.
Hoy podemos pensar en la importancia de tener un padre. Yo sé que existen diversos casos y no quisiera hacer una perorata del asunto. Solo quisiera mencionar que, si de papá te separan los kilómetros, ideologías y, hasta sentimientos, ¿no será hoy un buen día para acortar tanta distancia?
Si tenés a papá a tu lado, abrazálo fuerte, dalae un beso y agradecéle todos sus esfuerzos )que nunca habrán sido pocos).
Si de papá te separan algunos kilómetros, tal vez puedas llamarlos o mandarlos una carta y decirle cuanto lo seguis queriendo y también podés elevar una oración al Cielo, agradeciendo y rogando por él.
Si papá, hace un tiempo que no está, también decíle al Señor, cuanto le agradecés el haberlo tenido y conocido.
Y en cualquier caso: Dios bendiga la tarea de los padres, imagen del Padre Celestial y de su amor por nosotros!

Ahora, acerca de mi padre, dejo este retrato:

¿Por qué tendrá la espalda tan ancha? Será por el recuerdo de los años de su juventud evaporados en la caldera de algún buque. ¿Por qué sus ojos brillantes, bailando siempre? Será porque las olas de tanto mar se le quedaron a vivir en la retina. ¿Por qué se escucha tan poco su voz? Será porque de chico le enseñaron a callar a fuerza de sotanas y punteros. ¿Por qué esa fijación con el mar, que también heredé? Será porque halló que es tan inmenso como su corazón...
Nada mejor que hundirme en su pecho protector para soportar las pequeñas y grandes crisis... Nada mejor que su risa tímida, casi como él... Nada mejor que su boca muda para contarle mi vida... y para que finalmente, me diga que está orgullosos de que yo sea su hija.