lunes, 8 de diciembre de 2014

Insatisfacción

Esto no es lo que quería.
Miro alrededor… y no.
No era esto.
Yo quería otra cosa
muy diferente.

Algo se cruzó en el camino,
una maldición.
O, tal vez, reflexiono,
fueron varias.

Algunas tienen nombre y apellido.
Las recuerdo
y mi viernes de tarde
es peor de lo normal.

Casi puedo predecir
que mi futuro
es gris oscuro
para no decirte que es negro.

Tan negro como luminoso
fue mi futuro
en aquel pasado
de inocencia e inconsciencia.

Esta pesadez y este dolor
de un corazón cuarentón
que no termina de entender
que ya terminé. Ya está.

Y sé que las cosas que no fueron,
no van a ser.
¿Para qué llorar más?

Éstas lágrimas viejas ya no tienen sentido.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Manifestación

La calle estaba llena de personas. Todas pedían una cosa. La pedían a los gritos, vehementemente, con ganas, como se piden las cosas realmente importantes.
Llovía y hacía frío. No importaba. Todos estábamos concentrados en nuestro pedido. A medida que pasaba el tiempo  llegaba más gente. Ya éramos una multitud. Una gran multitud.
Nuestros gritos eran en muchas lenguas. Cada uno gritaba en su idioma. Sólo reconocí algunos pocos.
La gente seguía llegando. Algunos venían de cerca, de los edificios y casas lindas, de una vida cómoda. Otros, de más lejos, de las zonas rurales, de casas pobres y vidas muy sacrificadas.
Cada vez más gente. Cada vez más gritos. Cada vez más impotencia. Grité. Mucho y con todas mis fuerzas. De pronto, como por un mandato, al unísono, callamos, expectantes.
Lo único que escuché fue el sonido de un trompeta con una fuerza imperial, traída de otro tiempo, o de ninguno. Era la señal que esperábamos.

Lo que tanto tiempo pedimos, rogamos, suplicamos, estaba aconteciendo: ¡Él apareció!