Cae una lágrima,
mi corazón llora
al pensar en dejarlos.
Pero la vida continúa
y yo soy vida también,
y sigo en el camino.
Lloro ante la incertidumbre
que me da el mañana.
Siento un vacío
en mi interior.
Quisiera que nunca acabara,
pero eso es imposible.
Todo lo bueno
tiene un final.
Y aunque me duela,
y sepa que voy a llorar,
no tengo más que
agradecerles a
mis compañeros,
los que me acompañaron
éstos años, mis amigos
y decirles que
los quiero mucho
y que, también los voy a extrañar.
Cada uno seguirá
su propio camino,
el que la vida le delineó.
Cada uno se aferrará
a su destino.
(Escrito el 29 de septiembre de 1989, cuando iba cayendo en la cuenta de que estaba terminando el Colegio Secundario. Y con mucho cariño a los compañeros de esos gloriosos años con quienes nos vamos reencontrando de a poco).