Hoy se fue Gustavo. Ya se fue el Flaco Spinetta, Fede Mouras,
Kurt y alguno más.
Se fue Gustavo y me quedé pensando en el momento en que
comencé a prestarle atención a esa banda que sonaba tanto. Y me doy cuenta de lo
que nunca me alcanzarán las GRACIAS TOTALES al insoportable de Aldo Juárez que
temaba con Soda. Porque fue él quien me hizo conocer la música y sobre todo la
poesía de Cerati. ¡Y cómo marcó mi adolescencia!
Se me van yendo ante la imposibilidad de contener esos
momentos de ninguna otra manera que en recuerdos. Porque todos ellos, y los que
quedan, le pusieron música y palabras a mi vida…
¿Y qué diferencia hay entre aquella adolescente algo despistada
, pensativa y timidísima que vivió en Tucumán a mediados de los ochenta? ¿Qué me
diría esa chica, de cabello largo y alborotado, con pensamientos indecibles?
Tengo miedo (tirando a pánico) de que reproche mi vida, mi
trabajo, mi seriedad, mi edad… Nunca pensé vivir tanto… sé que nadie me lo
cree, pero tenía la convicción de que no vería la luz de los días más allá de
los 35. ¡Y voy por 42, increíblemente!
No me pesan los años. Me duele lo que voy dejando en el
camino. Me pesan los dolores, las pérdidas, no de cosas sino de personas. Porque
perdí algunos y no por la muerte. Porque Gustavo se fue, pero su música está a
un cd de distancia y siempre afirmaré que “Corazón delator” es la mejor canción
lenta en castellano.
Y se fueron otros. Los tuve que dejar ir porque nos volvimos
diferentes. Muy diferentes. Lo reconozco cada noche cuando se me escapan un par
de lágrimas, afirmándolo.
Y esa adolescente me mira sin entender qué hago ahora. Creo que
piensa que la traicioné.