domingo, 13 de julio de 2014

Terminó el Mundial


Domingo 13 de julio de 2014 – 11:00
Mis domingos siempre fueron Cluberos y futboleros. Hoy es netamente futbolero. 
Y se me ocurren varias reflexiones, a propósito: 
Tengo edad suficiente para decir que vi a la Selección Argentina en cuatro finales (78, 86 y 90). Espero que hoy sea, además, ¡la tercera vez que la vea Campeón!
Me encantaría que lo de Masche sea una enseñanza para todos. El trabajo conjunto, el esfuerzo por el bien común nos da más rédito que la gloria personal. 
Más allá del resultado del partido, estos chicos con hambre de gloria deben ser aplaudidos por todos. Nos recordaron lo que es el trabajo y la gloria. 
Y, por último, ¡PERDÓN, SABELLA! Le daba con un caño al comienzo de la Copa. Por el planteo, por la defensa... Por eso, usted es técnico de la Selección y yo, hincha. 
Hoy, con la celeste y blanca pintada en el corazón, ¡VAMOS, ARGENTINA!

Domingo 13 de julio de 2014- 20: 37
Se acabó el Mundial. Ya está. Perdimos 1 a 0. Me amarga pensar que, otra vez, nos robaron. Me acordé de Codesal (el árbitro de la final del 90), y del árbitro italiano, junto con toda su familia. Porque no necesito verlo en la repe, pero fue penal.
Se acabó el Mundial que nos anestesió durante un mes completo, cada día y cada noche.  Ahora hay que prestar atención a las leyes que se aprobaron cuando nos entreteníamos con los partidos, a las guerras con sus masacres y a los inundados y muertos de frío del noreste de nuestro país.
Se acabó la pavada. Lo escribo y ni yo lo creo. No es pavada. Es fútbol.
Es nuestro deporte. Es la pasión. Es el grito de gol en las gargantas de los hinchas. Es el desahogo de los nervios en cada domingo, seas del equipo que seas. Es el cantito para gastar al rival…
Además, nos dolió mucho el último partido. Ese dolor es proporcional a la alegría de haber llegado a jugar siete partidos.
También me deja tranquila saber que un argentino siempre hinchará por su casaca… a pesar de que otras hinchadas se pinten colores de acuerdo a nuestros rivales, desdibujando su propia historia gloriosa de antaño.
No quiero ver, pero la tele me repite hasta el cansancio que somos unos leones, que un gladiador romano al lado de Masche es un Teletuby, que no merecíamos perder… Nunca merecemos lo malo pero nos pasa. Es lo que escuchamos siempre.
Y escribo en plural, me doy cuenta, como si yo también hubiera estado corriendo. Pero no estuve. Y usted tampoco. No estuvimos escuchando y tratando de entender a Sabella. No estuvimos en los entrenamientos. No nos cuidamos en la comida (eso seguro, comí mucho en los partidos) ni nos preocupamos por el físico.
Pero hoy, señores, yo lo creo. Porque veo un vislumbre de esperanza de que de una vez podamos hacer del trabajo conjunto un oficio y  no tanto buscar la gloria personal y salvadora.
Creo que el Mundial nos deja esas cosas por aprender. Tenemos que capitalizar.
Nos queda seguir en lo nuestro. En la oficina, el taller, la fábrica, el negocio, lo que sea. Ahí es donde usted y yo entrenamos y tratamos de hacer goles que hagan grande a la Patria.
Y sí, ¡yo sigo orgullosa de ser argentina!

PD. Estoy tratando de disimular mi bronca. Todavía estoy llorando de bronca.