sábado, 2 de abril de 2011

Acerca de los padres (y del mío)

Cuando somos pequeños, observamos a ese señor al que llamamos PAPÁ con mucha admiración. El es quien nos da la primera idea de cómo es Dios. Nos cuida, nos provee alimento, ve que salgamos abrigados en esas mañanas frías, cuando a pesar de todo hay que ir a la escuela; nos da el beso de las buenas noches aunque estemos dormidos ya, vencidos por el cansancio infantil.
El es quien nos reta, y cuando la cosa es más grave, hasta nos dá un tirón de orejas. No porque quiera, sino porque sabe que ése BROTE que tiene a su cuidado, se está desviando y necesita una guía urgente.
Dice el versículo bíblico: “porque Dios al que ama castiga.”  Y papá también. Ama a ese retoño, espejo suyo en miniatura y trata de hacer lo mejor por él.
Hoy podemos pensar en la importancia de tener un padre. Yo sé que existen diversos casos y no quisiera hacer una perorata del asunto. Solo quisiera mencionar que, si de papá te separan los kilómetros, ideologías y, hasta sentimientos, ¿no será hoy un buen día para acortar tanta distancia?
Si tenés a papá a tu lado, abrazálo fuerte, dalae un beso y agradecéle todos sus esfuerzos )que nunca habrán sido pocos).
Si de papá te separan algunos kilómetros, tal vez puedas llamarlos o mandarlos una carta y decirle cuanto lo seguis queriendo y también podés elevar una oración al Cielo, agradeciendo y rogando por él.
Si papá, hace un tiempo que no está, también decíle al Señor, cuanto le agradecés el haberlo tenido y conocido.
Y en cualquier caso: Dios bendiga la tarea de los padres, imagen del Padre Celestial y de su amor por nosotros!

Ahora, acerca de mi padre, dejo este retrato:

¿Por qué tendrá la espalda tan ancha? Será por el recuerdo de los años de su juventud evaporados en la caldera de algún buque. ¿Por qué sus ojos brillantes, bailando siempre? Será porque las olas de tanto mar se le quedaron a vivir en la retina. ¿Por qué se escucha tan poco su voz? Será porque de chico le enseñaron a callar a fuerza de sotanas y punteros. ¿Por qué esa fijación con el mar, que también heredé? Será porque halló que es tan inmenso como su corazón...
Nada mejor que hundirme en su pecho protector para soportar las pequeñas y grandes crisis... Nada mejor que su risa tímida, casi como él... Nada mejor que su boca muda para contarle mi vida... y para que finalmente, me diga que está orgullosos de que yo sea su hija.

1 comentario: