No es igual a las otras. Ella lo sabe y, un poco, le duele. Sabe que es una rosa, con una fragancia sutil, rica, delicada.
Su color es
llamativo. Quizá por eso, hay otras rosas que no la entienden, no la aceptan.
¡Las rosas son rosas, rojas, amarillas, blancas! ¡Pero no azules! ¡Ese no es
color para las rosas!
Azul… azul
pasión. Azul lealtad. Azul marino. Azul energético. Azul simétrico. ¡Hasta azul
Sabina! Azul… siempre azul.
Una rosa azul es
un sueño, un delirio, una utopía. La rosa azul lo sabe. Quizá por eso, acepta
ser diferente en un mundo homogéneo, tratando de pasar lo más desapercibida
posible. Acepta vivir sabiendo que sus pensamientos son profundos, aunque nunca
los comparta; que sus sentimientos son especiales, aunque nunca, nadie, los
acepte.
Al fin y al
cabo, como dijo El Principito, una rosa es una rosa.
No, una rosa no es sólo una rosa... siempre hay algo más detrás de las espinas.
ResponderEliminarExcelente texto, no entiendo cómo no lo leí antes.
Antes de irme, levantá eso que se te cayó. Ahí, debajo de la mesa, ese pétalo azul que deslizó por el suelo.